Autor: Ortíz Rivera Rosa
La intervención del personal de salud hacia los usuarios de los servicios que se ofrecen en las instituciones está legitimada por sus conocimientos y por su formación ética. Ésta, es posible a partir de esa especie de “segunda naturaleza” o conciencia que habita a la primera naturaleza, que es la física u orgánica en el ser humano. El ethos es la disposición, actitud de la forma de estar ante el mundo y ante los otros y cómo se relaciona con ellos. Ethos es actividad permanente, es praxis (práctica), creación y recreación humana que emerge desde sí mismo, la obra del esfuerzo continuado, capaz de actuar con disciplina. En virtud de esta conciencia el hombre se percata de los efectos de sus actos hacia los seres vivos, incluyéndose a sí mismo, a sus congéneres. De ahí nació la bioética, la disciplina de la sobrevivencia, como la denominó Van Renseelaer Potter en 1971. La bioética constituye el marco disciplinar adecuado para analizar el compromiso moral que el ser humano establece al participar en el cuidado y atención a la salud de los demás. Pero el ethos también se puede orientar, guiar conforme a determinados principios y tendencias, una de las cuales es el cuidado. Las personas siempre han necesitado ser cuidadas en determinadas etapas de la vida, las iniciales y las finales, sobre todo. Durante la enfermedad y la incapacidad y enfermería ha asumido ese compromiso en la ética del cuidado. Francoise Colliere ha explicado que cuidar es promover al ser vivo y que ha sido menester de la humanidad a lo largo de su historia. Si los primeros tiempos lo hizo por la sobrevivencia de la especie, ahora lo sigue haciendo para protegerla de sus mismas invenciones, de los aparatos y sustancias que con fines benévolos se aplica.
2010-01-22 | 4,277 visitas | 2 valoraciones
Vol. 19 Núm.57. Octubre-Diciembre 2009 Pags. 3-4 Rev CONAMED 2009; 14(4)