Corría la noche de agosto 22, de 1930, cuando en la «Ciudad Blanca» de Colombia, calificada también con el nombre de «Ciudad Monumento,» Popayán, de nobles ejecutorias y cuna de personajes importantes para la historia de nuestro país, en el hogar de Carlos y de Hermine, abría sus ojos Álvaro Dueñas Lehmann, para alegrar esa familia con sus encantos de bebé deseado. Fueron sus hermanos Carlos, el mayor, luego Cecilia, y por último Jorge. Desde un principio Álvaro mostró una precocidad que se podría calificar de exagerada. En medio de su carácter reservado y su modo de ser silencioso, sus miradas se dirigían a aquello que le rodeaba en la casa paterna. En todo momento su voz se hacía inquisitiva para dirigir preguntas cuyas respuestas siempre guardó en una memoria fantástica que le distinguió muy pronto en el medio escolar de sus estudios de primaria. A esto se debe agregar el cuidado y el afán de sus padres por imbuir en su mente un conocimiento que se mostraba ávido de ser saciado ante los detalles más insignificantes, pero que para él constituían un escalón en el saber de la vida. Asimismo, se debe mencionar aquí el contacto tan cercano que tuvo con el ilustre ornitólogo Carlos Federico Lehmann, su primo hermano, a quien acompañó en sus múltiples salidas para observar, clasificar y disecar las aves que luego iban a enriquecer las colecciones del Museo de Ciencias Naturales tanto en Cali como en Popayán. Esto habría de ser una ayuda muy grande para el futuro.
2010-02-03 | 824 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 30 Núm.4. Diciembre 2008 Pags. 287-289 Medicina Ac. Col. 2008; 30(4)