Vía intraósea:

empleo de agujas comunes en niños de una unidad de cuidados intensivos pediátricos 

Autores: Avellaneda Fernando, Diosque Maximo, Yedlin Pablo

Fragmento

Introducción Conseguir accesos vasculares en niños gravemente enfermos es crítico. En situaciones clínicas como shock, paro cardiorrespiratorio (PCR), politrauma, status convulsivo, las técnicas tradicionales de accesos vasculares plantean dificultades importantes y la vía intraósea (IO) es una alternativa con muchas posibilidades de éxito. El concepto de infusión intramedular se remonta a la década del 20. Cuando se realizaron los primeros experimentos de perfusión de médula ósea en mamíferos. Inicialmente no surgió interés clínico ni académico por esta técnica. Es en 1940 cuando se reportaron infusiones intraóseas en adultos y niños. El desarrollo de catéteres intravenosos en los años 50 y 60 desvaneció el uso global de esta técnica. La misma reapareció a finales de los 70, especialmente en la reanimación cardiopulmonar pediátrica. Actualmente integra los protocolos de Atención Inicial de Trauma Pediátrico (AITP) y de Emergencias y Reanimación Cardiopulmonar Pediátrica (ERA) vigentes en la Argentina. El presente trabajo muestra el uso de esta técnica en una unidad de cuidados intensivos pediátricos (UCIP) polivalente, desde 04/96 al 08/97, en San Miguel de Tucumán. La particularidad de este trabajo lo da el hecho de haber usado agujas comunes y no un equipo de vía IO. En la bibliografía consultada se recomiendan los mismos (Cook Medical) o agujas de punción/aspiración de Jamshidi. En el manual del Pediatric Advanced Life Support (PALS) puntualmente indicant no usar las agujas comunes porque tendrían mayores posibilidades de obturarse con coágulos, hueso o médula ósea. La dificultad para conseguirlas en nuestra provincia y su costo ($ 60) es lo que nos llevó a usar como agujas IO las descriptas en Técnica.

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2010-02-10   |   1,074 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 97 Núm.6. Noviembre-Diciembre 1999 Pags. 401-403 Arch Argent Pediatr 1999; 97(6)