Si buceamos en la historia de la pediatría, no resulta difícil observar los progresos a los que llegó la medicina infantil en el transcurso del siglo XX, sobre todo en la segunda mitad, donde su real jerarquía científica alcanzó la mayoría de edad. Los avances en neonatología, en el conocimiento de las alteraciones metabólicas e hidroelectrolíticas, el control de las enfermedades infecciosas, el descubrimiento de nuevas vacunas, el diagnóstico prenatal de trastornos genéticos, el transplante de órganos y tantos otros, son claros ejemplos de esos progresos. En una palabra, todas las especialidades pediátricas que se fueron desarrollando hicieron notables aportes. La neuropsiquiatría infantil no fue ajena a estas adquisiciones y, en este campo, numerosas patologías se han definido y hoy se controlan con mucha mayor precisión. El ADD-ADHD, trastorno que se presenta con déficit de atención, impulsividad y en algunos niños con hiperactividad y, hasta hace unos años denominado disfunción cerebral mínima, es un modelo muy representativo. Pero es necesario conocerlo y tenerlo presente porque, como muy bien lo señala el autor de este trabajo, “el diagnóstico temprano de esta dificultad permite su rápido abordaje y solución, evitándose agravamientos del cuadro así como esfuerzos en tratamientos que resultan estériles o que, en el mejor de los casos, ofrecen resultados insuficientes”.
2010-02-10 | 732 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 97 Núm.6. Noviembre-Diciembre 1999 Pags. 407 Arch Argent Pediatr 1999; 97(6)