Autor: Ferrero Fernando
En la práctica diaria, es frecuente el empleo de las llamadas reglas de predicción clínica. Tal es el caso de las Reglas del tobillo de Ottawa (Ottawa Ankle Rules, OAR) y del Índice de gravedad de la neumonía (Pneumonia Severity Index, PSI). Pero debemos reconocer que, a pesar de su extenso empleo, es poco lo que sabemos sobre cómo fueron generadas. Establecer el diagnóstico y el pronóstico de nuestros pacientes son actividades médicas cotidianas. La experiencia clínica nos confiere intuición para determinar qué elementos de los antecedentes, el examen físico y los estudios complementarios son fundamentales para arribar a diagnósticos y pronósticos correctos. Esta intuición suele ser muy precisa, pero ocasionalmente puede estar equivocada. Esta falta de precisión, muy ligada a la capacidad y experiencia de cada profesional, ha llevado a la búsqueda de herramientas que permitan estandarizar el diagnóstico y pronóstico, de modo de ayudar a los médicos a determinar qué datos es importante obtener o a sugerir una decisión diagnóstica o terapéutica. En su esencia, estas herramientas clínicas cuantifican la contribución individual que los diversos componentes de los antecedentes, el examen físico y los estudios complementarios hacen al diagnóstico o pronóstico de un paciente. Estas herramientas pueden ser desarrolladas y aplicadas a casi cualquier situación clínica, pero son particularmente útiles a la hora de tomar decisiones complejas, en situaciones de alto riesgo o en oportunidades en las que permitan disminuir los costos de salud.
2010-02-17 | 1,178 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 108 Núm.1. Enero-Febrero 2010 Pags. 6-7 Arch Argent Pediatr 2010; 108(1)