Fragmento

Dr. Jorge Espino Vela Editor en Jefe Acta Pediátrica de México PRESENTE Estimado Dr. Espino: En relación al artículo “Linfangiomas de la lengua tratados con picibanil (OK-432). Experiencia en niños mexicanos”, publicado en el volumen 30, número 6, noviembre-diciembre del 2009 en Acta Pediátrica de México, tengo los siguientes comentarios: Leímos con mucho interés el artículo, ya que ciertamente representa la serie más grande de pacientes con malformaciones linfáticas de lengua, tratados con substancias esclerosantes en nuestro país. Las anomalías vasculares son en efecto una de las patologías más frecuentes vistas en nuestro medio, con incidencia general de 0.3 a 12% de la población general, e incrementando hasta un 23% en prematuros. En el Instituto Nacional de Pediatría (INP), revisamos en la consulta externa entre 60 y 80 pacientes mensualmente con estas entidades nosológicas (datos no publicados). El término linfangioma es incorrecto desde el punto de vista semiológico y semántico, y no debe de ser utilizado, ya que no refleja las características de la enfermedad. Una nomenclatura confusa favorece diagnósticos inadecuados y como consecuencia, tratamientos incorrectos. “Linfa” se refiere al líquido claro, alcalino, transparente u opalescente que llena los vasos linfáticos. Al igual que la sangre, puede coagularse y está constituido por agua, albúmina, fibrina y sales, aunque en proporciones muy diferentes (mayor cantidad de agua y menor cantidad de albúmina). “Angio” significa vaso y “oma” es el sufijo para tumor o neoformación. Por lo tanto, linfangioma se refiere al tumor o neoformación originado en las células de los vasos linfáticos. En realidad, estos pacientes no tienen verdaderos tumores originados de los vasos linfáticos, sino malformaciones (dilataciones saculares y tortuosas) derivadas de una embriogénesis imperfecta en dichas estructuras.

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2010-02-24   |   910 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 31 Núm.1. Enero-Febrero 2010 Pags. 42-43 Acta Pediatr Méx 2010; 31(1)