Autor: Moctezuma Barragán Gonzalo
La persona en su calidad de paciente tiene diversos derechos, a la vez que asume también obligaciones. La determinación de estos derechos y deberes ha dado lugar a innumerables discusiones; lo cierto es que a lo largo de la historia han estado implícitamente reconocidos en los juramentos médicos y códigos de ética. Los abusos cometidos durante la segunda guerra mundial, que hicieron tomar conciencia a la comunidad internacional de la importancia de aceptar formalmente los denominados “derechos de la tercera generación”; y, por otra parte, los avances tecnológicos, el aumento de la población y su promedio de vida, con la consecuente demanda hospitalaria y la “burocratización creciente de los servicios”1 , han derivado en la necesidad de enfatizar los derechos de los usuarios de la atención médica. A la fecha, existen innumerables declaraciones y cartas de los derechos de los pacientes emanadas de diversos organismos internacionales, así como de asociaciones médicas 2; además de que muchos países cuentan con ordenamientos jurídicos e instancias gubernamentales o judiciales para la tutela de estas garantías. Como consecuencia de este desarrollo de los derechos humanos, la noción de salud también ha sufrido modificaciones. De ser considerada únicamente “la ausencia de enfermedades o afectaciones”, ha pasado a ser concebida como “un estado de completo bienestar físico, mental y social”.3
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2003-01-18 | 2,094 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 11 Núm.23. Abril-Junio 2002 Pags. 35-40. Rev CONAMED 2002; 7(2)