Seguimiento a 3 años del control metabólico en pacientes con diabetes tipo 1 con trastornos de la conducta alimentaria y sin ellos

Autores: Figueroa Sobrero Ángela, Evangelista Patricia, Mazza Carmen S, Basso Pablo, López Stella M, Scaiola Edith, Honfi Margarita, et al

Resumen

Los trastornos de conducta alimentaria pueden repercutir notoriamente sobre el control metabólico y aumentar el riesgo de complicaciones a corto y largo plazos. Objetivo: Comparar la variación de la hemoglobina glucosilada A1c (HbA1c) en un grupo de adolescentes diabéticos tipo 1 con y sin trastornos de conducta alimentaria al inicio y a los 3 años, y determinar asociaciones del control metabólico con el estadio puberal, índice de masa corporal (IMC), género y duración de la diabetes. Material y métodos: Estudio analítico, observacional de comparación entre dos cohortes. Los pacientes se seleccionaron de un estudio multicéntrico previo y se conformó una muestra de dos grupos: con y sin trastornos de conducta alimentaria. Se determinaron las concentraciones de HbA1c iniciales y a los 3 años de seguimiento, y las variables independientes estadio puberal, IMC, género y tiempo de evolución de la diabetes, al final del estudio. Se realizaron pruebas estadísticas de comparaciones entre concentraciones medias de HbA1c y de asociación. Resultados: Se estudiaron 87 pacientes, 22 presentaron trastornos de conducta alimentaria y 65 no, edad media 13.6 contra 14.3 años y tiempo de evolución de diabetes 4.0 contra 4.7 años. Las concentraciones de HbA1c a 3 años, aumentaron significativamente, sólo en el grupo con trastornos de conducta alimentaria (8.40 contra 9.93; p= 0.001). Hubo asociación del control metabólico con trastornos de conducta alimentaria. Conclusión: La presencia de trastornos de conducta alimentaria en pacientes con diabetes tipo 1 presupone peor pronóstico en el control metabólico futuro.

Palabras clave: Diabetes tipo 1 desórdenes alimentarios.

2010-03-17   |   1,115 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 108 Núm.2. Marzo-Abril 2010 Pags. 130-135 Arch Argent Pediatr 2010; 108(2)