Fragmento

Durante el desarrollo evolutivo, el hombre ha sido el animal más perfecto en la creación de la naturaleza y como el resto de los organismos que viven en el planeta continúa en transformación. Para que ocurra este proceso son importantes las variaciones hereditarias y la selección natural como fuerzas fundamentales y, dentro de las primeras, son las mutaciones las que garantizan el primer eslabón en la variabilidad de las especies durante un proceso de miles a millones de años. Hace medio millón de años, probablemente de una rama del Homo habilis, emergió el Homo erectus, ambos antecesores del hombre actual, que salió de África y comenzó a extenderse por Asia y Europa. En milenios posteriores estos grupos euroasiáticos originaron diversas especies y subespecies de Homo (H. antecessor, java, pekinensis), este último, ancestro de los descendientes de la raza mongoloide en los que existe hasta la actualidad como rasgo común una estructura ocular denominada epicanto. Esta se caracteriza por unos pliegues de piel y tejido celular subcutáneo sobre los cantos internos oculares; los ojos tienen forma semilunar y su concavidad se dirige hacia ellos. Es característico de los asiáticos o individuos de la raza amarilla o mongoloide, pero se observa con bastante frecuencia en la actualidad debido al proceso demográfico de migración y la mezcla de razas humanas existentes.

Palabras clave:

2010-03-23   |   1,198 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 81 Núm.2. Abril-Junio 2009 Pags. Rev Cubana Pediatr 2009; 81(2)