Autor: Kumate Rodríguez Jesús
El término influenza fue acuñado por médicos astrólogos italianos, en la Edad Media y refleja la creencia que los astros ocasionaban (influetía coeli, (influenza de los astros ) una identidad nosológica parecida al resfriado común cuyo origen es básicamente euroasiático. Antes del siglo VX d. C. era desconocida en América y África. El primer brote epidémico claramente identificado data del año de 1580, desde entonces han sucedido dos o tres veces cada siglo. La primera gran pandemia ocurrió entre los años 1898 a 1899 en Europa, calificada como flu rusa; se propago a Norte y Sudamérica, Singapur Australia y Nueva Zelanda; en África la llamaron la enfermedad del hombre blanco la causa de la enfermedad quedo en duda a pesar del descubrimiento del bacilo de Pfeiffer (haemophilus influenzae). La gran pandemia del siglo XX, la influenza o gripa española, responsable de 30 a 40 millones de muertes, evoluciono en tres ondas pandémicas; la segunda más letal. Se estima que en 25 semanas de septiembre de 1918 y abril de 1919 causo 25 millones de fallecimientos, igual que el SIDA entre 1983 y 2008. El cuadro clínico fue atípico respecto al clásico en vez de aparecer en la estación invernal y afectar con mayor gravedad a los mayores de 65 años las ondas pandémicas no mostraron ninguna tendencia estacional y la letalidad en el grupo de 20 a 50 años fue del 2%, muy superior al 0.5% que en el cuadro clásico. Numerosos decesos se debieron a neumonías por neumococos, estafilococos y haemophilis influenzae. La etiología viral se demostró hasta 1933 y se le denomino influenza tipo A; en 1940 se aisló el virus de la influenza B y en 1947 la especie C. Durante la Segunda Guerra Mundial, el ejército norteaméricano utilizó vacunas inactivas contra la influenza A y B. Al examinar la composición de los virus se han identificado ocho antígenos: las polimeras PA, PB1 y PB2, neuraminidasa NA, hemoaglutinina HA, necleoproteína NP, la proteína NP, la proteína M y una proteína no estructural NS. Los determinantes patogénicos e inmunogénicos son la neuraminidasa NA y la hemoaglutinina HA; la clasificación en A, B y C atienden a las nucleoproteínas. En la H se distinguen 16 subtipos y nueve en la N. Los virus de la influenza cambian con frecuencia dada la naturaleza de su ADN, sin mecanismos de corrección en la replicación de tal forma, la acumulación de mutaciones a lo largo del año ocho derivan antigénica tornándose obsoleta la vacuna recomendada al año anterior. El cambio antigénico de los antígenos HON es responsable de los brotes pandémicos, había cuenta de la ausencia de inmunidad ante el nuevo subtipo; la cepa de 1918 a 1919 fue H1 N1; la causante de la gripe asiática en 1951 fue H2N2; la de la gripe de Hong Kong en 1968 H3 N2; la de 1977, H1 N1; y la influenza A aviaria observada desde 2003, H5 N1. La influenza A porcina es un problema para los criadores de cerdos, que son protegidos con vacunas elaboradas por veterinarios. En ocasiones los operarios o encargados de las zahúrdas se infectan y desarrollan un cuadro de influenza A porcina, por lo general benigno. A título excepcional, el cuidador infectado puede contagiar directamente a otro humano en este evento. Cuando el contagio se propaga a otros con rapidez, se tienen los elementos para una pandemia. Dr. Jesús Kumate
2010-05-18 | 1,084 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 14 Núm.3. Julio-Septiembre 2009 Pags. 143 Arch Neurocien Mex 2009; 14(3)