Autor: Mateos Gómez José Humberto
Uno de los más importantes hechos en la medicina moderna es la posibilidad de interrumpir de manera temporal y ver reversiblemente las funciones cerebrales; sin que produzca alteraciones neurológicas o psicológicas posteriores. Esto se logra mediante cambios en las funciones de la membrana celular, transmisión sináptica y el consumo de energía del cerebro. Este órgano requiere de gran cantidad de energía pues consume el 15% del gasto cardiaco 20% del oxígeno y 25% de la glucosa mientras que su peso es tan sólo del 2 al 3% del cuerpo. Además a diferencia del músculo o hígado, sus reservas de glucógeno son de tres minutos mientras que las del hígado son 100 veces mayores. Así pues, este órgano requiere de un suministro continuo de energía y una remoción también permanente de productos de desecho. Esta energía se usa para mantener la actividad eléctrica, tumores transmembranales y mantener el equilibrio iónico. En condiciones inadecuadas los mecanismos de adaptación del cerebro son limitados. Mantener el sistema nervioso en condiciones óptimas durante las largas intervenciones quirúrgicas que sobre él se realizan, es la función de la anestesia moderna y gracias a los adelantos que en ella se han logrado ha sido posible el extirpar grandes masas tumorales, excluir malformaciones vasculares y con medios de sedación llevar a cabo operaciones funcionales con el paciente despierto en epilepsias y disquinesias.
2010-07-15 | 1,558 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 14 Núm.4. Octubre-Diciembre 2009 Pags. 211-213 Arch Neurocien Mex 2009; 14(4)