Fragmento

Si bien existe un gran número de algoritmos en el campo médico y odontológico (quizás más de 15,000), sólo un subconjunto de ellos se usa de forma rutinaria en el ejercicio de nuestra profesión, aunque cada día son más valiosos al estar disponibles en un formato amigable y simple para los miembros del equipo de salud. En consecuencia, el algoritmo odontológico se puede definir como cualquier cómputo, fórmula o estudio, descrito paso por paso, que se practica en el área de la salud dental y si se ejecuta en una computadora, es decir de manera automatizada, se trata de un algoritmo automatizado o electrónico. Estas herramientas sirven de guía para acceder en forma rápida a determinados objetivos, la totalidad de los cuales pueden ser recreados en formato de hoja electrónica, y al ingresar el dato obtenido en la historia clínica, éste se procesa según reglas o fórmulas caracterizadas en el código fuente, y en consecuencia se produce un resultado rápido y útil, ayudando a la decisión del odontólogo. Para brindar un beneficio, los algoritmos deben ser exactos, fiables, accesibles y usados en la forma correcta. Sin embargo, al día de hoy no se han establecido estándares universales para la utilización de algoritmos electrónicos y sus cálculos, por lo que se han establecido un conjunto de barreras para su aplicación correcta, las cuales incluyen: • Inexactitudes en fórmulas o datos debido a errores de la transcripción. • Malos entendidos involucrando las unidades de medida apropiadas para datos o resultados. • La necesidad de ajustar a los extremos fisiológicos (neonatos con el paciente anciano, los diferentes pesos corporales, estatura, etc.). • La expresión de resultados sin una explicación de la referencia o metodología, haciendo la comparación de los mismos muy difícil. • La dificultad para identificar y recuperar el algoritmo correcto que debe usarse en una tarea clínica particular.

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2010-07-20   |   1,058 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 6 Núm.72. Julio 2010 Pags. 6-7 Odont Moder 2010; 6(72)