Dermatitis solar

Autor: Rivera Gómez Mónica Ivette

Fragmento

La radiación ultravioleta puede causar efectos nocivos acumulativos en la piel; oxidación, daño de las membranas celulares, mutaciones en el DNA, alteraciones en la síntesis de proteínas estructurales, activación anormal de los melanocitos, así como supresión de la inmunidad celular, favoreciendo en ella la aparición de tumores malignos. Las quemaduras solares son una reacción aguda y visible de la exposición a este tipo de radiación. La intensidad de las lesiones que causa depende del tipo y horario de exposición, clima, latitud, espesor de la capa de ozono, grado de pigmentación previa y tipo de piel. La dermatitis solar puede ser aguda o crónica. La primera es aquélla en que los pacientes se asolean más de tres horas, sin protección y la piel se deshidrata, presenta inflamación, enrojecimiento y ardor. Sin embargo, con el uso de un gel puede rehidratarse y descansar hasta recuperarse por completo de la lesión en 72 horas. En cambio, en la dermatitis crónica las lesiones se tornan permanentes, es decir las manchas, pecas, arrugas, envejecimiento y oscurecimiento que sufre este órgano, son de difícil manejo y erradicación. Ambos padecimientos los presentan personas que habitan o trabajan en la costa, así como en alta montaña o zonas nevadas, y tienen un mayor riesgo de padecer cáncer de piel. Por lo anterior se recomienda utilizar algún agente fotoprotector, ya que los rayos UVB a largo plazo son absorbidos por la piel, transformándose en radicales libres, condición que altera su material genético y satura sus sistemas defensivos. Otras de las reacciones a la exposición van desde el eritema, prurito, ampollas, exfoliación, inmunosupresión sistémica y queratosis. Las lesiones que causan los rayos solares dependen del tiempo de exposición y de factores como edad, sexo y fototipo, también de las mutaciones de los genes protectores, como en el caso del gen p53.

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2010-07-20   |   15,013 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 33 Núm.392. Julio 2010 Pags. 10 Prescripción Médica 2010; 33(392)