Autor: Carballo Junco José Antonio
El contacto entre dos seres humanos, uno enfermo y el otro capacitado para aproximarlo a recuperar su estado de salud, se ha basado históricamente en el valor predominante de la beneficencia, entendida como la búsqueda del beneficio del enfermo, y si bien se había aplicado con un esquema paternalista según el cual tan sólo el médico decidía y lo hacía en nombre del enfermo, recientemente se han expresado algunos desacuerdos con este criterio. Por tanto, este modelo ha entrado en crisis y catarsis sobre todo porque el enfermo es considerado en todo momento como persona adulta que tiene que poder ejercer autonomía en las decisiones que le interesan sobre su cuerpo y su salud. Se trata de una concreción de los derechos humanos de las personas que participan en un acto médico-odontológico, que han hecho día a día más compleja esta relación, ya de por sí difícil por los abundantes avances científicos y técnicos en el campo de la salud, los cambios en las legislaciones civil y mercantil que han aumentado y regulado las opciones y han hecho más difíciles las decisiones y los ciudadanos- enfermos que son más exigentes con sus derechos. Éstos y otros cambios han hecho que, del modelo anterior, se pase a otro con más valores en juego como son el de la equidad, según el cual todo el mundo tiene derecho a la misma consideración en caso de enfermedad y el de la autonomía personal, es decir, el derecho a ser respetado como persona adulta que tiene que poder decidir sobre las cuestiones que le afectan, aún y cuando esté enfermo.
2010-09-01 | 2,348 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 6 Núm.73. Agosto 2010 Pags. 8 Odont Moder 2010; 6(73)