Composición corporal:

Su importancia en la práctica clínica y algunas técnicas relativamente sencillas para su evaluación 

Autor: Martínez Emilio G

Resumen

El control y la prevención de la desnutrición es una tarea inconclusa en muchos países, entre ellos Colombia. Al mismo tiempo, enfermedades crónicas relacionadas con la nutrición son ahora la principal causa de discapacidad y muerte, no sólo a nivel global sino también en muchos de los países en vías de desarrollo. En Colombia, al igual que en la mayoría de los países, tradicionalmente se han utilizado criterios antropométricos, como los índices de peso, talla y el índice de masa corporal (IMC), para definir la obesidad, la desnutrición y los trastornos alimentarios, pero estas variables poseen poca sensibilidad para monitorear la respuesta al tratamiento, y es por eso que la evaluación de la composición corporal puede cualificar este proceso. El objetivo de este artículo es revisar algunas técnicas relativamente sencillas para evaluar la composición corporal y sus ventajas y desventajas en la práctica clínica para el seguimiento de los pacientes. Mientras la obesidad impacta de manera adversa en el corto plazo la salud, existe una evidencia creciente de que las enfermedades cardiovasculares tienen su origen en la niñez y la adolescencia, de manera que, independientemente de la composición corporal en la vida adulta, los niveles elevados de adiposidad en la niñez pudieran por sí solos incrementar el riesgo de enfermedades posteriormente. Es una prioridad para las universidades, las instituciones de salud y los encargados de las políticas en salud estimular la investigación nacional en este campo, con el objetivo de alcanzar el desarrollo de valores de referencia nacionales.

Palabras clave: Composición corporal transición nutricional peso talla pliegues cutáneos circunferencia de la cintura Índice de Masa Corporal impedancia bioeléctrica.

2010-10-05   |   1,487 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 26 Núm.1. Enero-Junio 2010 Pags. 98-116 Salud Uninorte 2010; 26(1)