El uso del enjuague bucal es un hábito poco frecuente entre nuestros pacientes; esto es porque la higiene está más enfocada al cepillado, pero sabemos que aunque se lleve a cabo diariamente no es suficiente para mantener la salud de dientes y encías; incluso, algunos colegas han calculado que con un cepillado deficiente apenas se obtiene 25% de la limpieza necesaria. Por tal razón no resulta atrevido recomendar el uso de este tipo de sustancias que, según la experiencia de cada odontólogo, llevará a mantener una higiene bucal adecuada. Es indiscutible que la técnica de cepillado es indispensable para la prevención de todo tipo de padecimientos, lo que nos obliga a preguntarles a nuestros pacientes cómo la realizan, y a asesorarlos para que puedan mejorarla (nos asombrará las muy diversas técnicas erróneas que podremos encontrar en los pacientes); nuestra intervención en este caso se vuelve central para crear una cadena de higiene bucal, sobre todo de las mamás hacia los pequeños, que pueden ayudarnos a inculcarles un protocolo de los tiempos de cepillado y, por supuesto, la disciplina diaria del cepillado y uso de enjuague bucal. Diversos estudios convienen acerca de la importancia de recomendar tanto el uso adecuado del cepillado, como el tipo de enjuague para cada edad. Marinho y sus colaboradores hicieron una revisión bibliográfica con el objetivo de reunir evidencias de la efectividad del uso de enjuagues bucales fluorados para la prevención de caries en niños y adolescentes; en las conclusiones mencionan: “Esta revisión indica que el uso regular supervisado de un enjuague bucal con fluoruro, a dos concentraciones y frecuencias principales de enjuague, se asocia con una clara reducción en el incremento de caries en los niños”. Sin embargo, advirtieron que aún es necesario estudiar con mayor profundidad los efectos adversos del uso de estas sustancias. De manera individual, sería un mecanismo muy acertado hacer un estudio acerca de la higiene bucal, cuántas personas en nuestra consulta diaria tienen buena higiene y cuántas no; con base en ello qué implicaciones de salud y calidad de vida se desprenden y, sin adelantar resultados, podemos intuir que como odontólogos hace falta que hagamos una breve reflexión en el tiempo de consulta que dedicamos a hablar del tema con nuestros pacientes.
2010-12-07 | 564 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 2 Núm.7. Agosto 2010 Pags. 2 Rev Nal Odontol Méx 2010; 2(VII)