Autor: Asúnzolo Louise G
Se define como antígeno a toda sustancia que, al ingresar en un organismo vivo, cuyo sistema inmunitario es maduro y funcional, origina una respuesta inmunitaria específica, humoral o celular, siendo además capaz de reaccionar específicamente con los productos generados por ella. Los antígenos deben cumplir dos propiedades fundamentales: inmunogenicidad y antigenicidad. 1. Inmunogenicidad o poder inmunógeno Es la capacidad que posee de estimular el sistema inmunitario y que éste dé una respuesta. Junto a este concepto se admite el de inmunopotencia, que es la mayor o menor capacidad de una parte de la molécula antigénica para inducir la formación de anticuerpos específicos. El poder inmunógeno está condicionado por varios factores que dependen del antígeno, del hospedador y de otras circunstancias. Dependientes del antígeno • Carácter extraño. La capacidad del sistema inmunitario para distinguir lo propio de lo extraño se adquiere en el transcurso del desarrollo antes del nacimiento. Si en este período, cuando aún el sistema inmunitario es inmaduro, un antígeno entra en contacto con él, éste no responderá a ese antígeno tras el nacimiento (sistema inmunitario maduro); a este fenómeno se lo conoce como tolerancia inmunitaria. Cuando más alejado desde un punto de vista filogenético se encuentre un antígeno de la especie con la que entra en contacto, más extraño será y, por lo tanto, mayor será su poder inmunógeno. Según su procedencia, los antígenos se clasifican en: Xenoantígenos: aquellos que proceden de especies distintas. Aloantígenos: que provienen de la misma especie pero de individuos con constitución genética diferente (por ejemplo grupos sanguíneos). Autoantígenos: sustancias propias pero reconocidas como extrañas por el sistema inmunitario. Esto último puede ocurrir por diferentes causas: a) elementos que nunca entraron en contacto con el sistema inmunitario (antígenos inaccesibles), tal es el caso de los espermatozoides, que por determinadas causas como traumatismos o inflamación, serán reconocidos como extraños y habrá una respuesta frente a ellos; b) antígenos propios, que modifican su estructura y su composición y determinan una respuesta con formación de anticuerpos que podrán unirse tanto a la molécula modificada como a la original; y c) algunas estructuras de las bacterias tienen cierta semejanza con antígenos humanos, de tal forma que anticuerpos elaborados frente a estas estructuras también pueden unirse a ellos.
2011-01-14 | 11,364 visitas | 1 valoraciones
Vol. 7 Núm.77. Diciembre 2010 Pags. 2-3 Odont Moder 2010; 7(77)