Autor: Gómez Álvarez Enrique
Bogotá Hasta hace pocos años se discutía con ardor en el campo científico la cuestión importantísima de la propagación de la lepra. Dos escuelas se disputaban el campo; la de los partidarios de la herencia y la de los contagionistas. Muchos hombres de ciencia, encanecidos en el estudio de la terrible enfermedad, sostenían que ésta sólo se propaga por herencia. Entre éstos debe citarse, en primer término a Dannielsen, el sabio venerable que, en su ardiente deseo de aportar alguna luz a este problema en beneficio de la humanidad, no vaciló en colocar bajo su piel, linfa y productos leprosos. Al lado de Dannielsen debe citarse a Profita, quien también se inoculó la lepra sin resultado alguno, a Hansen en su primera época, a Zambaco Pacha y a un centenar de esclarecidos sabios. Indudablemente ellos emitieron esta opinión sin ánimo preconcebido, porque sólo anhelaban la investigación de la verdad, y como resultado de sus observaciones sobre esta enfermedad a cuyo estudio dedicaron la totalidad de su vida científica.
Palabras clave: .
2011-02-04 | 987 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 19 Núm.1. Enero-Marzo 2010 Pags. 64-68. Repert med cir 2010; 19(1)