Ideario e Itinerario de la Facultad de Medicina

Autor: Camacho Morales Manuel

Fragmento

Un hombre se halla frente a otro y están solos. Uno de ellos está enfermo, algo le aqueja o le duele. El otro sabe cómo aliviarle. Acaso están ambos al pie de la pirámide de Saqqara bajo el ardiente sol egipcio de hace tres mil años, o bajo la sombra de un platanar en la isla de Cos hace unos dos mil trescientos años; tal vez estuvieron en la Madraza de Alejandría o confinados en la corte papal de Aviñón durante la epidemia de Peste Negra; pudieron estar en el Hôtel Dieu de París o en el Hospital de San Pedro de la ciudad de Puebla; aunque tal vez en este momento, se encuentren en un consultorio del Sistema Mexicano de Atención a la Salud. Uno de los dos hombres es un paciente. El otro es un médico. La simple observación de esta escena, del acto diagnóstico, que a la vez conlleva el carácter pronóstico y curativo, nos muestra algo muy importante: Con el correr de los siglos, desde hace unos seis mil años hasta nuestros tiempos, el paciente no ha variado, puesto que su naturaleza es la misma; lo que ha cambiado es su historia. Por el contrario, sí ha cambiado el otro hombre, en su saber, su técnica, su situación, aunque no en su propósito curativo, ni en su ética humanitaria.

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2011-03-08   |   603 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 1 Núm.2. Enero-Abril 2009 Pags. 3-6 De Med Expert 2009; 1(2)