Autor: Nieves Blanco Beatriz
La creciente emisión de gases, observado en los últimos años, ha traído como consecuencia el Calentamiento Global, lo que ha ocasionado derretimiento de glaciares, huracanes, aumento del nivel del mar, sequías severas, olas de calor, entre otras, debido a la alteración de la temperatura y clima del planeta. Estas alteraciones pueden a su vez, influir negativamente en las actividades humanas y ecosistemas, con repercusiones económicas y biológicas. La Organización de las Naciones Unidas, a través del Panel Intergubernamental del Cambio Climático, sostiene que “la mayoría de los aumentos observados en las temperaturas medias del globo, desde la mitad del siglo XX, son debidas, principalmente, al aumento observado en las concentraciones de gases de efecto invernadero (GEI) antropogénicas”. Es decir, el cambio climático tiene que ver con la acumulación de gases, principalmente dióxido de carbono, por la quema de combustibles fósiles como carbón, petróleo y gas, y a la quema y tala de los bosques, donde se considera la influencia de la actividad humana. Es por ello, que muchas instituciones, tanto privadas como públicas, han manifestado su preocupación por los efectos adversos ocasionados por el cambio climático. El Protocolo de Kyoto, adoptado en la Conferencia de la ONU sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, promueve una reducción de gases contaminantes, especialmente CO2. Recientemente, la XV Conferencia Internacional sobre el Cambio Climático realizada en Copenhague, Dinamarca, en diciembre de este año (COP 15), tuvo como objetivo lograr un acuerdo jurídicamente vinculante contra el cambio climático, válido en todo el mundo, para ser aplicado a partir del 2012, y reemplace el Protocolo de Kyoto que termina ese año. El objetivo final de la Conferencia es la reducción mundial de las emisiones de CO2 en al menos un 50% en el 2050 con respecto a 1990.
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2011-04-28 | 331 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 51 Núm.2. Julio-Diciembre 2009 Pags. . Rev Fac Farma 2009; 51(2)