Médicos internos a la altura

Autor: Núñez Velasco Santiago

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Cada semestre tanto en el curso de inducción, como en las ceremonias de graduación de los médicos internos de pregrado de los Hospitales Civiles de Guadalajara, se mencionan las mismas estadísticas, se hacen los mismos comentarios tales como que los Hospitales Civiles son las unidades hospitalarias con mayor capacidad instalada en el país y probablemente en Latinoamérica, que son los hospitales con mayor número de especialidades y subespecialidades, que se cuenta con programas líderes a nivel mundial como la unidad de VIH, la unidad de niños quemados, cirugía cardiovascular de alto nivel, neurocirugía funcional, de epilepsia y vascular, entre otras exitosas actividades. Sin duda alguna, todo esto es cierto; cómo también es cierto que históricamente son los Hospitales Civiles la opción que primero se acaba en la elección de plazas para internado y que son muchos los estudiantes de medicina que buscan obtener un lugar en nuestros queridos hospitales, tanto de la Universidad de Guadalajara, como de otras universidades. Pero los afortunados que hemos logrado tener una plaza en los Hospitales Civiles, ¿realmente estamos a la altura de tan vanguardista hospital? Es cierto que al entrar al internado, nos damos cuenta que hay mucho que mejorar, que tristemente hay personal que a todos los niveles no enaltece el nombre de nuestra institución, que definitivamente hay días que se carece de recursos; pero también es cierto que el paciente del Hospital Civil es como lo describieron: noble, nos presta su dolor y su sufrimiento confiando que somos capaces de resolver sus problemas, que las ya mencionadas múltiples especialidades, subespecialidades y programas educativos si existen, funcionan y que por ende hay mayor oportunidad para aprender y sin duda una mayor responsabilidad. Sin embargo, ¿realmente tenemos el nivel que un hospital así requiere, o nos quedamos sobreviviendo el internado a la altura de lo que tanto criticamos? Un médico interno de cualquier hospital de cualquier nivel debe llegar temprano todos los días a su servicio, pasar vista, haber estudiado los temas que su residente o su adscrito le dejaron leer el día anterior, tomar y llevar las muestras del laboratorio, hacer notas de evolución, realizar los estudios de gabinete que se solicitaron, hacer guardias y retirarse a la hora que está autorizado. Aparte de todo esto, el médico interno del mejor hospital de Guadalajara debe preocuparse por leer y actualizarse, no sólo de lo que le preguntan, sino de todo lo que sus pacientes padezcan o puedan padecer. Al fin y al cabo, es a los internos a los que el paciente más tiempo ve y tal vez en los que más confíe. También debe ser un maestro y guía para los estudiantes, pre-internos y médicos internos compañeros que recién llegan a este hospital escuela, pues aunque es poca la experiencia que tiene, es esta cadena de enseñanza la que por tantos años ha capacitado a excelentes médicos egresados de esta institución. Debe ser crítico y exigente con sus residentes y adscritos, preguntar sus dudas y exigir que se le enseñe, pues sigue en un periodo de formación. Por último debe iniciarse en el mundo de la investigación, pues debe tener muy en claro que debemos dejar de ser un país de compradores de conocimiento para convertirnos en generadores del mismo. Tiene la obligación de reportar y publicar los casos clínicos interesantes que vea, de iniciarse en el llenado de bases de datos y análisis de la información, de buscar publicar trabajos en congresos y que mejor que contribuir con la revista médica “de internos” que a diferencia de otros hospitales, los Civilessi tienen. Al final, lo dejo a su análisis personal. Sin embargo, recuerden que los Hospitales Civiles, para seguir siendo lo que son, requieren de médicos internos a la altura y que lleven muy en alto el nombre de esta institución tan noble. Santiago Núñez Velasco Médico Interno de Pregrado Hospital Civil de Guadalajara “Fray Antonio Alcalde”

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2011-05-27   |   1,364 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 1 Núm.23. Noviembre-Diciembre 2010 Pags. 3 Hipoc Rev Med 2010; 1(23)