Autor: Morales González Raúl A
Estimada directora: Como los esfuerzos educativos tradicionales no han producido el resultado deseado en lo que se refiere al uso de morfina en el tratamiento del dolor por cáncer, nos decidimos a realizar algunas reflexiones sobre el tema. Aunque los efectos psicológicos del opio ya eran conocidos entre los antiguos sumerios, la primera referencia indudable del "jugo de amapola" se encuentra en los escritos de Teofasto en el siglo III A.C. En 1803 Serturner aisló y describió un alcaloide del opio al que llamó morfina, por Morfeo, dios griego del sueño. La morfina es el prototipo de los opiáceos fuertes, el más utilizado en todo el mundo y el que ha sido estudiado con mayor detalle; sin embargo existen más mitos y errores de concepto en relación con este fármaco, que sobre ningún otro opiáceo. Aunque su uso se ha sancionado para el alivio del dolor, también reporta notable utilidad en el tratamiento de otros síntomas; como la disnea, la tos y la diarrea. Se le atribuyen algunos efectos indeseables; tales como: estreñimientos, náuseas, vómitos, astenia, sudoración y confusión con obnubilación, que pueden producirse sobre todo al comenzar el tratamiento.
Palabras clave: Cáncer terminal opio morfina alivio del dolor.
2003-01-27 | 1,812 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 16 Núm.2. Marzo-Abril 2000 Pags. 215-6. Rev Cubana Med Gen Integr 2000; 16(2)