Autor: Betts Kellyn S
Son muchos los indicios que avalan que los órganos de embriones en desarrollo, en especial el cerebro, son extremadamente sensibles a las alteraciones químicas. No obstante, es muy poco lo que saben los científicos sobre cómo efectivamente se ve afectado el desarrollo humano o la capacidad de aprender de los niños frente a la exposición a ciertos químicos endógenos. Más aun, casi no existen datos que indiquen de qué manera la gran mayoría de las 84.000 sustancias químicas que actualmente se encuentran en el Inventario Químico de la Ley de Control de Sustancias Tóxicas (TSCA)1 –incluyendo la mayoría de los 201 compuestos conocidos por su neurotoxicidad en los adultos y las 1.000 sustancias químicas conocidas por su neurotoxicidad en los animales2– afecta el desarrollo de los infantes. Tampoco existe claridad sobre si la realización de pruebas en animales permite siempre comprender mejor la posible susceptibilidad de los humanos. Una nueva línea de investigación basada en el estudio de células madres humanas ha proporcionado importantes percepciones de cómo los químicos pueden afectar el desarrollo neonatal. Las células madres son células “maestras” capaces de producir, en parte o en su totalidad, los más de 200 tipos de células existentes en el cuerpo humano. En la actualidad, algunos investigadores creen que las células madres pueden permitir que los científicos obtengan mayor información sobre cómo la exposición a químicos ambientales afecta el desarrollo humano, particularmente el desarrollo del cerebro. “Éste es el momento para hablar del estudio de las células madre en el contexto de la salud medioambiental”, sostiene Tracey Woodruff, directora del Programa de Salud Reproductiva y Medio Ambiente de la Facultad de Medicina de la Universidad de California en San Francisco (UCSF).
2011-06-01 | 666 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 12 Núm.38. Octubre-Diciembre 2010 Pags. 125-131 CyT 2010; 12(38)