Autores: López Muñoz Francisco Javier, Alamo Cecilio, García García Pilar
Los conocimientos neurofisiológicos hasta la época de Descartes se fundamentaban en el modelo neumático-ventricular de los autores clásicos y la teoría medieval de las tres celdas ventriculares. En estas hipótesis jugaban un destacado papel los denominados espíritus animales, fluido vital que ocuparía el interior de ventrículos y nervios. Descartes elaboró una complicada teoría sobre la fisiología del sistema nervioso, basada en la doctrina neurofisiológica dualista agustiniana, que consideraba al hombre como un ser integrado por el cuerpo (res extensa) y el espíritu (res cogitans). En El tratado del hombre se recogen todas las teorías fisiológicas mecanicistas cartesianas, que asimilan al ser humano con un autómata artificial, salvo en el control ejecutivo superior ejercido por el alma. En esta hipótesis, la comunicación entre voluntad de la mente y movimiento del cuerpo-máquina correría a cargo de los galénicos spiritus animalis. Pero, además, para que esta relación armónica tuviera lugar, era preciso que el alma humana dispusiera de un asiento corpóreo. De esta forma, fijó Descartes la sede del alma en la más interior de las partes del cerebro, es decir, la glándula pineal. El tratado del hombre está considerado como el primer libro de texto europeo de fisiología y ejerció una gran influencia durante todo el siglo XVII y gran parte del XVIII. Las teorías cartesianas pueden apreciarse en los planteamientos de las corrientes iatromecánica (Borelli) e iatroquímica (Silvio, Vieussens, Willis) y constituyen una visión de la neurofisiología, con sus limitaciones, sumamente compleja y novedosa para su época.
Palabras clave: Descartes espíritus animales glándula pineal neurofisiología.
2011-07-19 | 1,328 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 15 Núm.3. Julio-Septiembre 2010 Pags. 179-193. Arch Neurocien Mex 2010; 15(3)