Anécdotas dermatológicas

Autor: Poletti Vázquez Eduardo David

Fragmento

Las conversaciones entre colegas, en congresos o reuniones equivalentes, siempre son interesantes por la calidad de su contenido. De hecho, hay quienes prefieren la ansiada hora del café, los refrescos y las galletas para tomarle sabor a esas planeadas reuniones. Estas tertulias se nutren generalmente de buenas anécdotas, con especial énfasis en las más chuscas, las que representaron más horas de “sufrimiento” por alguna iatrogenia en potencia, o aquellas en las que la desesperanza terapéutica se torna obvia. Aun pretendiendo abordarlas con su mejor contenido de ética y confidencialidad, indudablemente mostramos tarde que temprano una faceta profundamente humana: las damos por casi ciertas. Hay una estrategia para sortear el abismo de conocimientos (que pudiera sobreinterpretarse intraconferencias) y generan abulia: ¡los bien merecidos descansos! Frecuentemente, los oyentes pedimos calladamente acudir sedientos al “oasis de comunicación” (break), donde quizá sí logren aclararse las dudas que traíamos pendientes. Repetidas veces, esa distancia con el conferencista no la hemos cuestionado públicamente (pero sí lo murmuramos), o bien no encajó debidamente en un contexto más amplio de lo que esperábamos aprender.

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2011-07-29   |   847 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 9 Núm.3. Julio-Septiembre 2011 Pags. 168-169 Dermatología CMQ 2011; 9(3)