Autor: Neira Vicentini Rodolfo
La sepsis en sus diversos grados de expresión supone un problema de salud de primera magnitud. Su tasa de mortalidad oscila entre el 20% y el 50%, y en el año 2004 se ubicó como la décima causa de muerte en los Estados Unidos, con más de 30.000 casos registrados. Las recomendaciones formuladas por Surviving Sepsis Campaign en sus más recientes guías de aproximación terapéutica de la sepsis grave y el shock séptico enfatizan la necesidad de iniciar la antibioterapia empírica de forma precoz, dentro de la primera hora tras el reconocimiento de ambas entidades. A la vista del escaso margen de error aceptable en su selección inicial, se recomienda que el antibiótico elegido exhiba un amplio espectro de actividad microbiológica, capaz de englobar a los patógenos más probablemente implicados en el cuadro. Diversos estudios retrospectivos han demostrado que la implantación precoz de una antibioterapia adecuada se asocia con una menor mortalidad en pacientes con sepsis y shock séptico. Leibovici y cols, comunicaron que la ausencia de un tratamiento antibiótico apropiado se asociaba a una mayor duración de la estadía hospitalaria y a un incremento de la mortalidad (odds ratio [OR]) de 2.1 veces, IC 95%: 1.8-2.4). En una cohorte retrospectiva multicéntrica integrada por más de 2.700 pacientes con shock séptico, Kumar y cols, demostraron que la administración de un antibiótico eficaz en la primera hora de diagnosticada la hipotensión inducida por sepsis, se asociaba a una supervivencia al alta hospitalaria de 79.9%. Por el contrario, cada hora de retraso en su instauración a lo largo del periodo comprendido entre las dos y las seis horas siguientes implicaba una reducción en la probabilidad de sobrevida de 7.6%. En el análisis multivariante, el tiempo transcurrido hasta la administración de una antibioterapia adecuada fue identificado como el factor pronóstico de supervivencia más potente.
2011-10-21 | 817 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 25 Núm.3. Julio-Septiembre 2010 Pags. 171-173 Rev Chil Med Inten 2010; 25(3)