Autor: Edelson Tishman Jaime
La bola de cristal. Es de llamar la atención la necesidad y el deseo del hombre a través de todos los tiempos de tratar de conocer o adivinar el futuro. Los grandes conquistadores de la historia, no solo respetaban sino que buscaban el consejo de brujos, adivinos, magos y profetizas para que desde la víspera les dijeran el resultado de la batalla, el futuro del reino y el deseo de los dioses de tomar una u otra acción. Salir al campo de batalla sin consultar el oráculo era algo simplemente inconcebible y de mal agüero... Según la época y la latitud, se han usado diferentes métodos y técnicas, algunas muy ligadas a las costumbres y tradiciones del lugar, como el “I ching”, otras de carácter global como la lectura del espejo, tirar las runas, lectura del tarot, de la baraja española, lectura de la mano o la taza de café turco y sin duda las dos más populares, al menos en la literatura, son el horóscopo y la bola de cristal. Basta recordar hace un par de meses el revuelo que causó el comentario de un astrónomo, que fue mal interpretado por otro astrólogo, (profesiones muy distintas una de la otra), al mencionar la constelación de nombre “Ofiuco”, que hizo moverse de lugar a todas las demás. De inmediato mucha gente entró en pánico, primero por haber cambiado de signo al recorrerse todos para dar acomodo al nuevo inquilino celestial, pero sobre todo por la sensación de haber vivido toda su vida en forma equivocada, encontrándose de repente ante un vacío inquietante. Dejar de un momento a otro de ser piscis, signo de agua, soñador e introvertido y pasar a ser Aries, signo de fuego, aterrizado y material, no es cosa sencilla...
2011-10-31 | 520 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 68 Núm.3. Mayo-Junio 2011 Pags. 113-114 Rev ADM 2011; LXVIII(3)