El tratamiento actual de los pacientes portadores de cardiopatía isquémica está basado en una combinación de drogas, con ejes fundamentales en los antiagregantes plaquetarios, hipolipemiantes (principalmente estatinas) y betabloqueantes. En pacientes que presentan insuficiencia cardíaca o disfunción sistólica, las intervenciones sobre el sistema renina-angiotensina-aldosterona redujeron la morbimortalidad. El estudio HOPE introdujo el concepto de que la inhibición de este sistema humoral podía ser beneficiosa para pacientes de alto riesgo cardiovascular sin insuficiencia cardíaca ni disfunción ventricular, iniciando así un nuevo camino de investigación. Los estudios EUROPA, PEACE y CAMELOT rama enalapril intentaron explorar la hipótesis de que el concepto HOPE se podía extrapolar a poblaciones de menor riesgo; y con una base conceptual diferente, ensayos como PREVENT, CAMELOT rama amlodipina o ACTION evaluaron si el agregado de un bloqueante cálcico dihidropiridínico al tratamiento convencional reducía la morbimortalidad en pacientes portadores de cardiopatía isquémica. El estudio HOPE mostró una reducción significativa de la mortalidad total y cardiovascular, el infarto de miocardio y los ataques cerebrales; EUROPA mostró reducción significativa del infarto de miocardio; PREVENT y CAMELOT rama amlodipina, disminución significativa de internaciones por angina de pecho y de revascularizaciones miocárdicas; ACTION, disminución significativa de la necesidad de revascularización miocárdica. Esos fueron los únicos resultados con significación estadística. La morbimortalidad de los grupos placebo de esos estudios mostró gran dispersión en la incidencia de eventos, lo cual pudo deberse tanto al riesgo inherente a las muestras seleccionadas como al tratamiento concomitante recibido por los pacientes, que se fue modificando en los diversos estudios con la evolución del conocimiento médico proveniente de ensayos clínicos controlados y recomendaciones de sociedades científicas. Este análisis permitiría suponer que cuando el tratamiento convencional se aplica en forma integral, el agregado de nuevas drogas, sean inhibidores de la enzima conversora o bloqueantes de los canales de calcio, confiere escaso beneficio adicional. En este contexto parece claro que los antiagregantes plaquetarios, betabloqueantes, hipolipemiantes, bloqueantes de los canales del calcio y drogas que interfieren sobre el sistema renina-angiotensina-aldosterona son útiles y eficaces en prevención secundaria. Sin embargo, la información no es contundente para que se indique todo ese arsenal terapéutico a cada paciente. Las futuras líneas de investigación deberían dirigirse a identificar las mejores estrategias de prevención cardiovascular secundaria, para responder a quién, cuándo y cómo.
2011-11-29 | 408 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 35 Núm.1. Enero-Marzo 2006 Pags. 37-44 Rev Fed Arg Cardiol 2006; 35(1)