La extravagante historia del peor poeta del mundo

Autor: Stilman Eduardo

Fragmento

Poetas malos hubo y habrá siempre. La figura del bardo que al llamado de la Musa sólo sabe responder con disparates pertenece al orden natural de las cosas; quizá nada se produzca a ritmo más acelerado que la mala poesía. No obstante, ser un poeta malo no es cosa fácil. Cualquiera puede ser un poeta mediocre, pero la proporción adecuada de desmesurada ambición, temeraria confianza en si mismo y crasa incompetencia que requiere la misión del Gran Poeta Malo no está al alcance de aficionados. Hay que contar con ese indefinible don que convierte lo malo en execrable. Un poetastro mediocre puede aspirar al consuelo de un Premio Nacional, de un Premio Nobel o aun a la dirección de una biblioteca, pero su obra está condenada al olvido. La obra del gran poeta malo, en cambio, puede llegar a ser leída con delicia, y a circular de mano en mano, como lo acredita el caso de William Topaz McGonagall, proclamado el Peor Poeta del Mundo, y que como tal se hizo acreedor a una entrada en el Oxford Companion to English Literature.

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2011-11-29   |   523 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 35 Núm.1. Enero-Marzo 2006 Pags. 66-68 Rev Fed Arg Cardiol 2006; 35(1)