Desde la aparición en 1999 del reporte “To Err is Human” del Institute of Medicine (IOM) cambió en el mundo la apreciación de la supuesta infalibilidad de los profesionales de la salud. Los resultados indicaron que en los hospitales estadounidenses morían anualmente entre 44 y 98 mil pacientes debido a errores durante su atención; este número superó al número de muertes por SIDA, por cáncer de seno y por accidentes de tránsito!!. Los hospitalizados murieron por eventos adversos, no atribuibles al curso de su enfermedad, es decir que fueron eventos evitables que no debieron ocurrir, que por definición son errores médicos. Esto no fue sorpresa para algunos en el ámbito médico, pues existían ya estudios sobre la ocurrencia de daño a pacientes durante su atención y en porcentaje alto debido a negligencia. Pero nunca antes de “To Err is Human” se había cuantificado en esa magnitud, discutido y aceptado como un problema de salud pública que iba en aumento, y que por tanto era necesario tomar medidas para su corrección. A este reporte del IOM han seguido innumerables publicaciones, especialmente en países desarrollados, que han permitido cuantificar y caracterizar el error médico no sólo en pacientes internados. Al error en medicina se suma la ignorancia del público en asuntos de salud. En 2004 otro impactante reporte del IOM reveló el analfabetismo en salud. Noventa millones de adultos estadounidenses tienen dificultad para entender y usar información de salud, independientemente de su grado de escolaridad. ¿Cómo se puede explicar todo esto? Una de las razones es la cultura de siglos sobre médicos y medicina. Tradicionalmente, los pacientes han considerado a los médicos y otros profesionales de la salud como dioses incapaces de cometer equivocaciones, suponen que todo lo saben y por eso depositan ciega confianza ellos, no se atreven a preguntar nada, no quieren molestar a los facultativos; por otra parte, el personal de salud en particular los médicos, se muestran arrogantes, prepotentes, no facilitan la comunicación, no tienen tiempo para escuchar y menos hacer participar al paciente, además están incapacitados para decir “no se”. Estas conductas de médicos y pacientes establecen una relación desigual: los médicos como superiores autoritarios y los pacientes inferiores, sumisos y resignados. Esta situación es terreno fértil para los errores y las conductas inapropiadas que siguen al error. Todo esto lleva a aumentar la probabilidad de que suceda una cadena de errores con consecuencias a veces irreparables.
2011-12-14 | 530 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 9 Núm.3. Octubre 2011 Pags. 86-88 Rev Venez Endocrinol Metabol 2011; 9(3)