Reflexión de una enfermera sobre "El paciente con enfermedad terminal"

Autor: Acosta González Magda

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La muerte es uno de los momentos de la vida del hombre, es el último acontecimiento en que participa, pero es a su vez el suceso que pone fin a la existencia del individuo, por tanto morirse es una experiencia individual y única que depende de la trayectoria, formación y condiciones así como el contexto social en que éste se desenvuelve, lo que trae consigo diferentes comportamientos y aceptaciones en la conocida fase terminal, es precisamente este aspecto el que nos lleva a reflexionar cómo debe ser la actuación ética de nuestros profesionales de la salud en general, y de enfermería en particular, en correspondencia con las exigencias de la Medicina Contemporánea y con las características de nuestro Sistema Nacional de Salud. Podría parecer paradójico que nosotros como profesionales de la salud preparados para salvar vidas de seres humanos, dediquemos esfuerzos para adentrarnos en los conceptos de la muerte, pero en la realidad resulta lógico el enfrentamiento no solo médico, sino también ético de un problema que como ya señalamos se nos presenta como verdadero dilema. El paciente o enfermo terminal indica la cercanía de la muerte inevitable aunque la enfermedad por su naturaleza pueda ser curable, con un estado clínico que provoque expectativa de muerte a corto plazo, aunque este plazo puede variar según países e instituciones. ¿Cómo enfrentarse a cualquiera de estos enfermos cercanos a la muerte? ¿Cómo propiciar una buena muerte o muerte digna? Para dar respuesta a estas interrogantes resulta de vital importancia la gestión de los cuidados paliativos por las enfermeras (os) tanto en el hogar como en el hospital, con el objetivo de asegurar la máxima calidad de vida posible al final de la vida del enfermo. En muchas ocasiones nos sentimos frustrados, fracasados al no poder arrancar a un enfermo de los brazos de la muerte. Pero esta condición emocional, puede ser minimizada o revertida cuando logramos al menos, aliviar, calmar, tranquilizar a través de una buena comunicación con el paciente y los familiares, utilizando tratamientos paliativos y adecuados para minimizar el dolor y el sufrimiento, ayudando al enfermo a conservar su autonomía (capacidad de autogobierno, elección, dignidad e integridad), que el paciente se sienta cómodo, rodearlo de un ambiente profesionaldigno conveniente y competente, que ofrezca seguridad al enfermo y su familia, que esperen recibir de nosotros, la frase dulce y a la vez firme que le ayude a comprender la perdida de un ser querido, para eso se necesita ser profesional, con formación éticas y morales y un alto grado de humanismo. MSc. Magda Acosta González Comité de Redacción. Revista Cubana de Enfermería.

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2011-12-21   |   1,796 visitas   |   1 valoraciones

Vol. 27 Núm.3. Julio-Septiembre 2011 Pags. Rev Cubana Enfermer 2011; 27(3)