Recomendaciones en Reanimación Neonatal 2011.

2ª parte: Administración de oxígeno. Estrategias ventilatorias. Masaje cardíaco 

Autores: Castro Adriana, Rabasa Cecilia, Capelli Carola, Cores Florencia, Enriquez Diego, Gutiérrez Susana, Mariani Gonzalo, et al

Fragmento

Evaluación de la necesidad de oxígeno y su administración Existe una clara y contundente evidencia de que los niveles de oxígeno en la sangre de los recién nacidos sanos por lo general no alcanzan los valores extrauterinos definitivos hasta aproximadamente 10 minutos después del nacimiento. La saturación de oxihemoglobina normalmente puede permanecer en un 70-80% durante varios minutos después del nacimiento, lo que resulta en la presencia de cianosis durante ese tiempo. Otros estudios han demostrado que la evaluación clínica del color de la piel es un indicador muy pobre de la saturación de oxihemoglobina durante el período neonatal inmediato y que la ausencia de cianosis parece ser un mal indicador del estado de oxigenación de un recién nacido sano después del nacimiento. Por estas razones, la valoración clínica del color se ha desechado como un indicador del grado de oxigenación o de la eficacia de la reanimación neonatal. El manejo óptimo del oxígeno durante la reanimación neonatal es particularmente importante debido a la evidencia de que la oxigenación insuficiente o excesiva puede ser perjudicial para el recién nacido. Se sabe que la hipoxia y la isquemia pueden causar lesiones a múltiples órganos. Por otra parte, existen cada vez más datos experimentales, así como evidencia de estudios en recién nacidos que reciben reanimación, que incluso una breve exposición a un exceso de oxígeno durante la reanimación y después de ella, puede determinar resultados adversos. En teoría, el uso de menores concentraciones de oxígeno ayudaría a reducir sustancialmente el estrés oxidativo y así minimizar las consecuencias perjudiciales de los radicales libres de oxígeno.

Palabras clave:

2012-01-06   |   792 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 109 Núm.6. Noviembre-Diciembre 2011 Pags. 536-544 Arch Argent Pediatr 2011; 109(6)