Autor: Encinas Ferrer Carlos
En el marco de la globalización que estamos viviendo y de la integración económica que la acompaña, las economías emergentes enfrentan un proceso gradual de remonetización al dólar (fenómeno conocido popularmente como “dolarización”) durante el cual el porcentaje que los activos y pasivos financieros en dólares o euros alcanzan frente a los nacionales es elevado y creciente. Lo anterior, aunado a la flotación del tipo de cambio de las monedas nacionales, limita cada vez más las posibilidades de establecer una política monetaria soberana. De esta manera, los inconvenientes de tener una moneda propia se vuelven cada vez más evidentes, afectando en forma importante la competitividad de nuestras economías. México, por ejemplo, con una elevada integración comercial y financiera con los Estados Unidos de América y altos coeficientes de dolarización de activos y pasivos, enfrenta limitaciones marcadas en la efectividad de establecer políticas monetarias autónomas que le permitan alcanzar objetivos endógenos de crecimiento económico. En el presente escrito el autor presenta un análisis de los costos que tiene para el país el mantener una unidad monetaria nacional. Los mismos tienen su origen fundamentalmente dos áreas: los costos derivados de la conversión y cambio de monedas y los costos por los diferenciales de tasas de interés asociados al riesgo país. De acuerdo con los cálculos realizados en esta investigación la suma de estos dos tipos de costos alcanzaron en el año 2008 los $414,774.3 millones de pesos, equivalentes al 3.43% del PIB. Finalmente se señala la conveniencia que representaría establecer una unión monetaria con los Estados Unidos de América que permitiera a nuestro país mantener los beneficios del señoreaje y del impuesto inflacionario, eliminando aquellos costos que reducen la competitividad de nuestra economía.
Palabras clave: Unión monetaria dolarización tipo de cambio política monetaria.
2012-03-06 | 358 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 2 Núm.2. Mayo-Octubre 2010 Pags. 104-130 Nova Scientia 2010; 2(2)