Las relaciones entre los médicos y la industria farmacéutica son inevitables: idealmente deberían ser benéficas para ambas partes y sobre todo, para los pacientes. En los últimos meses he tenido la oportunidad de asistir a varias reuniones médicas en las que la intervención de la industria farmacéutica ha sido importante. En algunos casos, ha sido claro que los representantes de las casas comerciales han tenido una participación activa en la selección de los temas de los simposia y de los conferencistas invitados. En ocasiones resulta obvio que alguno de los conferencistas tiene la consigna de convencer a los asistentes de que el producto de cierta casa comercial es mejor que el de alguna otra. En la lucha por obtener prescripciones, ciertas casas comerciales seducen a los médicos con atractivos que van desde un objeto de uso personal hasta viajes con algún acompañante que, en el mejor de los casos, es el o la cónyuge. Las fiestas que se ofrecen a los asistentes a algunas reuniones médicas organizadas por la industria farmacéutica en ocasiones caen en la categoría de bacanales: en ellas los mensajes para preferir algunos productos médicos oscilan desde subliminales hasta muy obvios.
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2003-02-14 | 1,305 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 49 Núm.1. Enero-Febrero 1997 Pags. 79-80. Rev Invest Clin 1997; 49(1)