Autores: Ayala Gaytán Juan Jacobo, Alemán Bocanegra Mary Cruz, Guajardo Lara Claudia Elena, Rivera Cerda Nancy Aracely
Introducción Cuando el médico atiende a un paciente con una enfermedad infecciosa debe decidir si le prescribe antimicrobianos, de hacerlo, debe seleccionar el más adecuado; para cada caso hay un antimicrobiano de primera elección y varios de segunda opción. El “arte” de la selección adecuada consiste en conocer el antimicrobiano, el agente etiológico, el tipo de huésped, y estar familiarizado con los resultados de laboratorio. En la mayoría de las ocasiones, la elección del antimicrobiano no se basa en la identificación del microorganismo causal ni de su susceptibilidad “in vitro”, elección terapéutica que se llama “empírica”; de hecho, en la práctica clínica cotidiana, la mayor parte de las decisiones para seleccionar el antimicrobiano es empírica, pues los casos graves no pueden esperar hasta tener un resultado de laboratorio y los casos leves no justifican la solicitud de exámenes de laboratorio. Sin embargo, “empírico” no significa caprichoso; hay muchos elementos clínicos y epidemiológicos que permiten hacer un diagnóstico etiológico de presunción en la mayoría de los casos, como son: el sitio de la infección, el tiempo de evolución, el mecanismo de producción, el tipo de huésped, si la infección es extra o intrahospitalaria, las tendencias de la resistencia bacteriana que existen en el hospital o comunidad donde se iniciará el manejo de la infección, entre otros.
2012-05-04 | 1,519 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 8 Núm.25. Septiembre-Diciembre 2011 Pags. 23-31 Revista AVANCES 2011; 8(25)