Fragmento

En marzo de este año 2004, durante un intervalo entre las intensas sesiones del mitin anual del Colegio Americano de Cardiología, y café de por medio, el presidente de FAC y otros miembros de la Mesa Directiva, me ofrecieron ser el nuevo editor de nuestra revista. Confieso, con toda sinceridad, que semejante propuesta me conmocionó, causándome sentimientos encontrados. Primero, estando a miles de kilómetros de distancia y con la mente sumergida en ese mundillo de excelencia académica, tecnología fascinante y novedades sorprendentes, la posibilidad de dirigir nuestra publicación científica más importante me encendía el entusiasmo. De inmediato, y seguramente influenciado por el entorno, se me ocurrieron diversas ideas para aplicar en semejante tarea. El desafío que la misma representaba, por completo diferente a los planteados por mis experiencias anteriores en la FAC, me acicateaba igualmente. Casi al mismo tiempo, surgían preguntas inevitables en ese momento. ¿Por qué el ofrecimiento para modificar algo que sin dudas era uno de los éxitos más resonantes de nuestra vida institucional? Si existía una explicación para lo anterior, ¿que pretendía la conducción de FAC de la Revista? ¿Esta misión sería demasiado difícil para mí y mis circunstancias? Estas y muchas otras inquietudes protagonizaron entonces la conversación.

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2012-06-05   |   296 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 33 Núm.2. Abril-Junio 2004 Pags. 252-255 Rev Fed Arg Cardiol 2004; 33(2)