Autor: Estol Conrado J.
Los pacientes que son tratados con anticoagulación oral (ATC) tienen un riesgo de sangrado anual que ronda el 1%-2% y se asocia con una mortalidad superior al 50% [1]. Las condiciones que aumentan este riesgo de sangrado incluyen: edad avanzada, aumento excesivo del efecto anticoagulante, uso concomitante de antiagregantes plaquetarios, diabetes mellitus, hipertensión severa y microangiopatía en neuroimágenes. Cuando el sangrado es menor y sist émico (por ejemplo, hematuria limitada) puede incluso considerarse no suspender el tratamiento anticoagulante mientras se realiza un control y ajuste de la dosis. Sin embargo, en algunos casos la hemorragia puede ser intracraneal y aquí se plantea un dilema sobre la continuación del tratamiento anticoagulante. Los pacientes que se encuentren en este último escenario literalmente se encontrarán transitando un delicado equilibrio "en la cuerda floja". Si la ATC es revertida pueden caer hacia el lado de la trombosis al quedar sin tratamiento la indicación por la que recibían el anticoagulante, mientras que si continúan la anticoagulación, es probable que caigan hacia el lado en que la hemorragia intracraneal se extenderá causando la muerte o secuelas graves e irreversibles. ¿Qué hacer entonces?
2012-06-06 | 321 visitas | 1 valoraciones
Vol. 33 Núm.1. Enero-Marzo 2004 Pags. 97-102 Rev Fed Arg Cardiol 2004; 33(1)