Fragmento

Durante la celebración de los diez años de la publicación de la revista Anales de Radiología, México, tuve el honor de ser invitada por la doctora Guadalupe Guerrero Avendaño a participar en la revista escribiendo un editorial; estoy, por ello, sumamente agradecida. Decidir el tema sobre el cual escribir resultó sumamente difícil pero sucesos recientes han modificado no sólo mi convicción profesional sino, más profundamente, el ámbito emocional de mi vida. En mi vida he tomado muchas decisiones y he enfrentado muchos retos, entre ellos destaca el haberme inclinado por el arduo y difícil arte de la medicina. En el primer año de la carrera se forja el carácter, sobre todo por entrar en contacto con la muerte, con los muertos; además, realizar disecciones de cuerpos humanos es tan impactante que obliga a replantear una decisión hasta entonces únicamente académica: se descubre así una vocación. Con el paso del tiempo me di cuenta que tenía el coraje suficiente para lograr mi meta: Pero lo que me hizo sentir que estaba en mi profesión fue la práctica en sí misma y el descubrimiento de la contraparte de la enfermedad y de la muerte: el contacto con los seres humanos y la esperanza de la vida. Realizar una historia clínica, solicitar estudios de laboratorio y gabinete, arribar a un diagnóstico y ofrecer un tratamiento certero es, sin duda, una de las mayores responsabilidades pero también uno de los más grandes privilegios.

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2012-06-15   |   643 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 11 Núm.2. Abril-Junio 2012 Pags. 75 An Radiol Mex 2012; 11(2)