Morir en casa con dignidad.

Una posibilidad, si hay apoyo y cuidados de calidad 

Autor: Gérvas Juan

Fragmento

Introducción Los médicos nos integramos en la tribu humana como miembros elegidos por los dioses para formar parte del clan de los sanadores. Tal elección conlleva derechos y deberes que apenas se compensan cuando se trabaja para evitar y aliviar el sufrimiento, y cuando se busca que los pacientes puedan morir en paz y con dignidad. El compromiso es tan exigente que muchos médicos no lo resisten y caen en el cinismo, se drogan, abandonan la profesión y/o sencillamente se suicidan. Ser tocado como sanador por los dioses conlleva prerrogativas en cierto modo envenenadas. El peso de la púrpura de los sanadores es casi siempre excesivo, y más de uno piensa que los dioses han sido piadosos con los otros, a los que eligen para clanes (y tareas) en las que no se enfrentan a diario a la fragilidad humana, a muñecos rotos, al dolor y a la muerte, a cuerpos y almas que sufren y a personas que nos permiten traspasar los límites de la piel y del espíritu, pues se entregan sin restricciones esperando alivio y consuelo. Ese terrible peso, esa responsabilidad excesiva, ese querer responder a las expectativas del que busca curación, o al menos alivio al dolor y al sufrimiento, llega a su clímax al enfrentarnos a la muerte. Y más en la sociedad actual en que se oculta y se disfraza, ya que se entiende como fracaso, aunque ya dijera el clásico. “¿Murió? No, acabó, que empezó a morir cuando nació”.

Palabras clave:

2012-06-20   |   215 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 108 Núm.1. Enero-Marzo 2011 Pags. 3-6 Gac Med Bilbao 2011; 108(1)