Autor: Díez Echavarría Maritza
Existe en nuestro medio social una marcada resistencia a aceptar una discapacidad de cualquier orden: físico, sensorial o intelectual. Se considera que las personas en esta situación son nulas, inservibles e inválidas. De esta manera, se cree que discapacidad es sinónimo de debilidad, inseguridad e indefensión total. Se generan sentimientos de lástima, hacia sí mismo cuando la vivencia es propia, y hacia las personas que viven esta condición, cuando la discapacidad no nos ha tocado de alguna manera. Con este artículo intento demostrar que la discapacidad es una elección de cada quien y que los discapacitados poseemos la capacidad de enseñar a personas en las mismas condiciones, y al mundo en general, que somos más de lo que vemos afuera, que somos seres humanos como todos, incluyendo nuestra diferencia, y que las personas “completas” o “normales” también pueden vivir con algún tipo de vacío o funcionamiento diferente, es decir, con dificultades emocionales, espirituales y de relación con los demás. En mi caso particular, la discapacidad me ha abierto un mundo diferente, ha constituido un elemento de crecimiento y de transformación personal y espiritual.
Palabras clave: Deficiencia discapacidad decisión.
2012-07-03 | 818 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 23 Núm.1. Marzo 2005 Pags. 120-126 Invest Educ Enferm 2005; 23(1)