Fragmento

En las instituciones de salud, la corresponsabilidad de formar al personal para ese campo ha recaído tradicionalmente en profesionales destacados de las diversas especialidades. Algunos recordarán cómo desarrollaron sus aptitudes compartiendo codo a codo con quienes generosa e intuitivamente ejercían la docencia con tal grado de exquisitez, que han sido reconocidos como maestros; hoy día, continuamos denominando maestro —con el mismo respeto— a quien se constituye como un ejemplo a seguir. Si las cosas han sido así, ¿por qué entonces, insistir en la importancia y en la necesidad de formarse como docente? ¿Es ésta una exigencia sin sentido? Puede argumentarse que es razonable para quienes ejercen la docencia en las instituciones educativas, pero que en las unidades de atención basta con ser un profesional destacado para encaminar a otros en el proceso formativo. La discusión en torno a esta temática nos coloca en un terreno plagado de preguntas, de intereses diversos, de requerimientos —algunos justificados y otros no—, pero también de reflexiones.

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2012-07-16   |   369 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 44 Núm.4. Julio-Agosto 2006 Pags. 293-294 Rev Med Inst Mex Seguro Soc 2006; 44(4)