Fueron los primeros agentes quimioterapéuticos efectivos que se emplearon sistémicamente para la prevención y tratamiento de las infecciones bacterianas en el hombre. Su uso en gran escala se reflejó en la alta declinación de éstas. Antes de la penicilina, eran la base de la quimioterapia antibacteriana. Con la aparición de nuevos antibióticos disminuyó su uso. Sin embargo, en 1970 se introdujeron la trimetoprima y el sulfametoxazol y nuevamente se volvieron a emplear. El término sulfonamida se utiliza como nombre genérico para los derivados de la paraaminobenzenosulfonamida (sulfanilamida), que fue preparada por primera vez en 1908 por Gelmo. Actúan contra microorganismos grampositivos, gramnegativos y protozoarios. Son bacteriostáticos y los mecanismos de defensa celular y humoral del huésped son esenciales para la eliminación final de la infección. Inicialmente se usaron para el tratamiento de la gonorrea, pero se incrementaron los casos de resistencia. También fueron usadas con éxito para el tratamiento de infecciones meningocóccicas durante muchos años, sin embargo, después de la Segunda Guerra Mundial aparecieron cepas resistentes como la Neisseria meningitidis y dejaron de utilizarse para atacar esta enfermedad. Casi todas las cepas de E. coli aisladas de pacientes con infecciones de las vías urinarias que no han sido tratados previamente son susceptibles a las sulfonamidas. Son análogos estructurales y antagonistas competitivos del ácido paraaminobenzoico (PABA), y por ello previenen la utilización bacteriana normal de PABA para la síntesis de ácido fólico. Específicamente, son inhibidores competitivos de la enzima bacteriana responsable de la incorporación de PABA al ácido dihidropteroico, precursor inmediato del ácido fólico. Los microorganismos sensibles son aquellos que deben sintetizar su propio ácido fólico. Las bacterias que no requieren de este ácido o las que pueden utilizarlo preformado, no son afectadas.
2012-08-21 | 9,761 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 8 Núm.89. Diciembre 2011 Pags. 8 Odont Moder 2011; 8(89)