Autor: Córdoba Méndez Aceneth
La parálisis cerebral infantil es el conjunto de trastornos no progresivos que se manifiestan por alteraciones en la postura y movimiento como consecuencia de un daño al Sistema Nervioso Central (SNC) en una etapa temprana del desarrollo del niño. La parálisis cerebral infantil (PCI) se clasifica en espástica, atetósica y atáxica. Sabemos que la espasticidad es una alteración del tono (hipertonía) secundaria a un aumento en la respuesta del reflejo de estiramiento y que es un fenómeno dependiente de la velocidad (a mayor rapidez, mayor aumento de tono). Es parte del síndrome de neurona motora superior y se acompaña de hiperreflexia, paresia o plejia, pérdida del control selectivo de los movimientos e hipotrofia muscular. Teniendo como consecuencia contracturas musculares y articulares, en los casos más graves, así como la fibrosis y la atrofia muscular; agravadas por la inmovilidad y la presencia de úlceras por decúbito, etc. Los patrones de presentación más frecuentes son: Miembro torácico: hombro en aducción y rotación interna, codo en flexión, antebrazo en pronación, muñeca en flexión con puño cerrado y atrapamiento de pulgar. Miembro pélvico: cadera en flexión, aducción de cadera, rodilla en flexión o extensión y pie equino. Para valorarla podemos utilizar escalas como la de Ashworth y Tardieu. El tratamiento de la espasticidad en los pacientes con parálisis cerebral tiene como objetivos: • Evitar la deformidad • Mejorar la funcionalidad del paciente. • Es importante tratarla cuando representa un problema para el paciente o su cuidador. La toxina botulínica tipo A, aunada a un adecuado programa de rehabilitación, es una de las mejores opciones de manejo para el paciente pediátrico con PCI de tipo espástico.
2012-11-23 | 620 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 35 Núm.417. Agosto 2012 Pags. 11 Prescripción Médica 2012; 35(417)