Tratamiento del cáncer de testículo

Autor: Aldaco Sarvide Fernando

Fragmento

El cáncer de testículo pertenece al grupo de tumores germinales, de los que representa 90-95%, y aunque se disemine a pulmones, abdomen, cerebro, huesos o algún otro órgano, el tratamiento es potencialmente curativo en alto porcentaje, gracias a un esquema creado por el doctor Lawrence Einhorn de la Universidad de Indiana, pionero en la fórmula médica que desde 1980 se aplica para evitar que la enfermedad sea fatal. Es poco frecuente, en promedio hay 1,500 casos cada año, con una mortalidad cercana a 300 pacientes a nivel nacional. Afecta básicamente a jóvenes, por lo general entre la segunda y tercera década de la vida, aunque a veces hay un pico después de esa etapa. Es más común en países como Noruega, Finlandia y Alemania, que tienen la incidencia más alta en el mundo. Representa el 1.5% de los tumores que hay en el país, donde se estima que se presentan entre 125 mil a 130 mil casos nuevos de cáncer cada año y 74 mil muertes, de los cuales 300 a 500 son de testículo. Los factores de riesgo son las alteraciones genéticas como el síndrome de Klinefelter, que es raro, así como la criptorquidia, en mayor proporción, por lo que se recomienda que si los testículos no han descendido, se haga una operación para bajarlos, lo cual permitirá hacer revisiones a lo largo de los años para detectar posibles masas extrañas. Los síntomas son: aumento de volumen y dolor local, pero hay que tener en cuenta que 99% de los hombres puede presentar dolor testicular en algún momento de su vida, lo cual no significa que tengan un tumor, sino tratarse de un proceso infeccioso, una torsión testicular o una epidimitis. Si se presenta un paciente con esta sintomatología persistente —que por lo general son personas remitidas por un médico o un urólogo— se debe solicitar un ultrasonido para ver si hay un tumor. Si se sospecha que existe, hay que tomar marcadores tumorales y estudios de extensión para evaluar otras áreas: una placa tórax para evaluar los pulmones y una tomografía de abdomen; hay otras pruebas más especializadas como un PET-CT (positron emission tomography – computed tomography) para verificar si hay diseminación.

Palabras clave:

2012-11-23   |   256 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 35 Núm.419. Octubre 2012 Pags. 10 Prescripción Médica 2012; 35(419)