Cuidados paliativos del enfermo terminal

Autor: Añorve Borquez Raquel

Fragmento

En estos casos, ante las limitaciones de la medicina, el papel del médico es ayudarle al paciente terminal, y a su familia, a conservar o proporcionarles la mejor calidad de vida hasta el momento de la muerte de éste. Con todos los recursos para que su vida sea lo más activa posible; compensando, atenuando o eliminando los síntomas que le deterioren; procurando que permanezca consciente, y sobre todo sin dolor. Anticipándose a los problemas que surjan durante la agonía y muerte, para hacer este momento más llevadero. Los últimos días de este tipo de paciente se caracterizan por: obnubilación progresiva, la cual tiende a desconectarle cada vez más de lo que le rodea, con adormecimiento continuo y profundo, perdiendo la fuerza y quedando débil. La muerte suele llegar pocas horas o días después; sin adormecimiento ni obnubilación, la situación es más delicada ya que el enfermo está consciente hasta el final, ello supone un mayor impacto para la familia y requiere mucho más apoyo y dedicación por parte del equipo terapéutico; cuando la muerte llega de manera violenta y repentina como consecuencia de una complicación aguda de la enfermedad (una embolia masiva o una hemorragia que conduce a la muerte quizás en unos segundos o minutos). Es de vital importancia tanto para la familia como para el paciente, saber qué está pasando para apoyarlo de la mejor forma posible. Es tarea del equipo de salud, informarles sobre los posibles acontencimientos que llevarán a la muerte, en muchos casos la famila desea que el paciente no sepa esto, entonces se tomarán las medidas necesarias. Durante esta etapa, todas las actividades van encaminadas a darle al enfermo terminal comodidad, teniendo en cuenta los síntomas que presente. Entre las medidas que se aplican están: • Nutrición adecuada (adaptada a problemas de masticación, deglución o apetencia). • Evitar la deshidratación. • Cuidar piel (úlceras por presión) y mucosas, se sugiere el uso de un colchón de agua o aire. • Mantenerle sin problemas respiratorios. • Proteger la región anal (en caso de diarrea o hemorragia). • Vigilar la termorregulación. • Controlar el dolor. • Propiciar reposo y el sueño. • Cuidar la higiene bucal. Es necesario y sano, mantenerle ocupado con actividades diversas y estar al tanto de sus requerimientos espirituales y sentimentales. • Atender sus necesidades físológicas de la mejor forma posible (náuseas, vómitos, diarrea, estreñimiento). • Vigilar efectos colaterales de los fármacos que usa. • Explicarle sobre los cambios en su alimentación, la presencia de secreciones, los síntomas que presenta, para que informe al médico, ante cualquier alteración a la mayor brevedad y que éste pueda intervenir farmacológicamente. • Ubicarlo en un lugar tranquilo donde pueda estar al margen de la actividad familiar y sólo reciba a las personas que quiere y durante el tiempo que desee, al tiempo que se debe evitar el aislamiento y que baje su autoestima.

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2012-11-23   |   502 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 35 Núm.420. Noviembre 2012 Pags. 12 Prescripción Médica 2012; 35(420)