El drama de las posiciones occípito-posteriores de vértice

Autor: Urzaiz Rodriguez Eduardo

Fragmento

Un gran tocólogo norteamericano, el Dr. E. Reynolds, ha dicho que no hay variedad de trabajo obstétrico en que los malos resultados ocurran con mayor frecuencia que en las posiciones posteriores de vértice. Y hay que fijarse en que esos que él llama eufemísticamente malos resultados son susceptibles de convertirse en verdaderos dramas de terminación tan trágica como los de Shakespeare. El hecho de nacer muerto el bebé esperado con tantas y tan risueñas ilusiones, es un mal menor si la madre no ha sufrido lesión permanente; porque “en el periodo sembrado, se siembra el año que viene”. Pero si el angelito ha sido esperado durante un buen número de años y tiene probabilidades de ser primero y último; si aunque nazca vivo resulta luego idiota, inválido o epiléptico; si la madre muere también llenando de luto un hogar antes dichoso o tronchando un idilio todavía en flor; si queda condenada a arrastrar durante toda su vida la cadena de una fistula vesicovaginal, de un cistocele, de un periné desprovisto de sus elevadores y constructores, o de un esfínter sin control, no hay palabras suficientes para expresar la sotelería del cuadro ni tampoco para encarecer la necesidad de pugnar porque no se produzca.

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2012-11-28   |   542 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 80 Núm.9. Septiembre 2012 Pags. 625-629 Ginecol Obstet Méx 2012; 80(9)