Este número pareciera estar dedicado a la Calidad de la Atención a la Salud, sin embargo, al leer los artículos, encontramos que en conjunto evocan la importancia de la calidad como una forma de trabajo, una forma de conducirse en lo que hacemos. La calidad no debe ser vista como un fin en sí mismo, sino como una característica constante e inherente a los procesos. El punto de partida es identificar qué debemos entender por calidad y de todas las definiciones encontradas la que sobresale es la de Phil Crosby que señala que calidad es cumplir con lo comprometido, con los requisitos, con lo establecido, simplemente eso, no se requiere más. Ahora bien, no es tan etéreo el concepto, si los requisitos implican tener todo a tiempo, sin faltantes (sin sobrantes), sin retrasos (puntualidad, sin tiempos de espera), de las características especificadas (material de curación, quirúrgico, etc.), con la nitidez requerida (ejemplo placas radiográficas o estudios de ultrasonido) con la confiabilidad básica (resultados de laboratorio), en instalaciones adecuadas (funcionales, limpias, ordenadas) y de manera particularmente relevante, con trato digno y respetuoso (amabilidad, gentileza, interés). Este último punto es particularmente importante cuando se considera que la percepción es un componente abstracto de alto significado en la evaluación de la calidad recibida en el proceso de atención. La calidad es un término que oscila entre la técnica y la filosofía, pues no es suficiente con disponer de todos los manuales que establecen el cómo y con que se debe trabajar, se requiere convicción por hacerlo de la mejor manera posible. La calidad es el resultado de la suma de voluntades y talentos de los actores que participan en un proyecto, proceso o encomienda; cualquiera que ésta sea, con la firme determinación de hacerlo siempre lo mejor posible.
2013-01-14 | 463 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 21 Núm.4. Octubre-Diciembre 2012 Pags. 147-148 Rev CONAMED 2012; 17(4)