Nuestra Revista cumple cincuenta años. Cincuenta volúmenes anuales ininterrumpidos. Este anhelo de nuestros predecesores, los fundadores de la Sociedad Latinoamericana de Patología que en 1955 decidieron crear una fisonomía para los patólogos latinoamericanos, y el grupo de patólogos mexicanos que fundó la Asociación Mexicana de Patólogos un año antes, resultó en un empeño que, milagrosamente, sobrevivió y llega a la mayoría de edad. La actividad médica, en cualquiera de sus especialidades y campos de acción, tiene el acoso perentorio de resolver problemas, los problemas de sus pacientes. Es un paso conceptual muy difícil, una epifanía colectiva el que esa corporación, que empieza siendo de brujos, artesanos y sanadores, que se concretaba a resolver problemas de día a día, se convierta en una profesión que logre consolidar un corpus de teoría y de información, que asuma la conciencia y la responsabilidad de dejar una crónica de lo que hace y que sienta la necesidad de que esa crónica sea el vínculo que vertebre a esa corporación. Este salto cuántico, el pasar del quehacer cotidiano a construir un marco teórico y formalizar una crónica de lo experimentado, implica una toma de conciencia a un nivel superior. Pero la historia médica está llena de estos intentos. ¡Tantas llamaradas de petate! Intentos que claudican y desaparecen, que se reducen a archivos históricos. Y es triste ver la desaparición de una revista. Todo el esfuerzo perdido de generar la idea y cristalizarla. Y también, el olvido en el que terminan los que apostaron en ella con sus contribuciones.
2013-01-16 | 399 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 50 Núm.3. Julio-Septiembre 2012 Pags. 173-174 Patología 2012; 50(3)