Manifestaciones hepatobiliares en pacientes con enfermedad inflamatoria crónica intestinal

Autores: Hano García Olga Marina, Ojeda Abizaid Yirian Tatiana, González Fabián Licet, Sánchez Rodríguez Yoan Antonio

Resumen

Es frecuente que en pacientes con enfermedad inflamatoria intestinal se observen cambios analíticos o clínicos que indican la existencia de una enfermedad hepatobiliar. La frecuencia de estos hallazgos oscila entre 11-49% en colitis ulcerosa y entre 15-30% en enfermedad de Crohn. En algunos casos, estas alteraciones se observan desde el primer momento en que se estudia a los pacientes, otras surgen en el curso de la enfermedad. Se realizó un estudio descriptivo observacional retrospectivo donde se incluyó 180 pacientes con enfermedad inflamatoria intestinal, que se atienden en el Instituto de Gastroenterología, de ellos con manifestaciones hepatobiliares, 17 pacientes (9.4%), 12 colitis ulcerosa y 5 Crohn. Las variables estudiadas fueron: sexo, edad, años de evolución según tipo de enfermedad inflamatoria, tipo de manifestación hepatobiliar, síntomas clínicos, estudio de enzimas hepáticas y hallazgos ultrasonográficos. Se concluyó que existe predominio de pacientes con colitis ulcerosa. Predominó el sexo femenino en la colitis ulcerosa; el Crohn no tuvo variaciones significativas. La edad estuvo comprendida entre 30 y 49 años. La manifestación hepatobiliar más frecuente en el Crohn fue la hepatopatía de etiología no filiada y en la colitis ulcerosa la colangitis esclerosante primaria. El síntoma clínico que predominó en ambos grupos fue la astenia, y en la colitis ulcerosa también predominó el prurito e íctero. Con respecto a las enzimas bioquímicas predominó la hipertransaminasemia, y por ultrasonido el aspecto granular y aumento de la ecogenicidad hepática.

Palabras clave: Manifestación hepatobiliar enfermedad inflamatoria intestinal íctero prurito hipertransaminasemia.

2013-02-05   |   683 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 31 Núm.4. Octubre-Diciembre 2012 Pags. Rev Cubana Invest Biomed 2012; 31(4)