Mensaje del presidente de la Academia Nacional de Medicina de México en la ceremonia de apertura del 150 año académico–6 de febrero de 2013

Autor: Ruelas Barajas Enrique

Fragmento

Hace unos cuantos años atestigüé en la milenaria China un encuentro que podría haber sido anacrónico si no hubiese sido por su paradójica vigencia en nuestros días. Una niña de 10 años se encontraba de pie frente a una médica tradicional en uno de los consultorios de un enorme hospital de Beijing. No mediaba palabra alguna. La doctora fijó su mirada en los ojos de la niña y el tiempo se detuvo. Transcurrieron minutos que ante el silencio de todos se hicieron eternos. Después continuó una somera exploración, la prescripción y el final de la consulta. En ese momento le pregunté a la doctora por intermedio de nuestro intérprete qué observaba en la niña. La respuesta fue escueta pero profundamente humana: «veía su alma», me dijo en un tono profesional contundente. Hoy pienso que una escena parecida pudo haber acontecido en las consultas que nuestros fundadores de la Academia Nacional de Medicina podrían haber dado a cualquiera de sus pacientes decimonónicos. El valor de la mirada, de los gestos, de los signos en general y de los síntomas obtenidos de un interrogatorio paciente y cuidadoso eran la esencia de la práctica médica. Esa es la historia de la que venimos. Desde entonces, el deslumbrante devenir de la ciencia y de la tecnología nos han ayudado a ser cada vez mejores, pero también nos han distanciado de lo esencial. Nuestra Academia ha transitado desde la década de 1860 por esa historia. Nuestros miembros han sido protagonistas del desarrollo de la ciencia y de la creación de nuestras instituciones, pero al mismo tiempo han defendido a ultranza el humanismo para seguir encontrando las almas de nuestros pacientes en sus miradas, esa aparente paradoja de la modernidad. Hoy celebramos el inicio de la conmemoración de 150 años de historia.

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2013-05-28   |   859 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 149 Núm.2. Marzo-Abril 2013 Pags. 237-240 Gac Méd Méx 2013; 149(2)